martes, 17 de abril de 2012

TAÍ VIGINIA

Es ésta una fantástica función de teatro independiente escrita, dirigida y protagonizada por el genial actor de nuestra tierra Manuel Monteagudo, formado allá por los años ochenta en el ya desaparecido como tal Instituto del Teatro de Sevilla. La obra, que se estrenó hace muchos años (más de una década, ¡y de dos!), fue un éxito rotundo, ganando numerosos premios del gremio de actores. Monteagudo, por tanto, ha decidido ahora retomarla, con la nueva aceptación irrefutable del público. La representación tiene lugar en la Sala Cero, del jueves al domingo con doble función la noche del sábado (¡y consecutivas! Tiene que acabar exhausto el hombre). El actor hace un increíble estudio del personaje como puede comprobarse claramente al presenciar la magnífica interpretación.
   La obra, una comedia agridulce, trata sobre una anciana típicamente sevillana (creo que, como todos, reconocí en aquel personaje numerosas actitudes propias de mi abuela: expresiones, gestos...), que vive sola en un deprimente apartamento, desvencijado y abandonado. Se hace aquí una grave reflexión sobre la soledad y la vejez, ambos factotes determinantes, por desgracia, de la vida de muchas personas que, a día de hoy, sufren esta triste situación. En clave de humor, como ya antes he mencionado, la mujer nos ofrece uno de los, suponemos, iguales días de su vida, en los que se afana por encontrar a voz en grito a su hija, Virginia (de ahí el título de la obra: ¿Estás ahí, Virginia? = ¿Taí, Viginia?), que no aparece por ningún lado. Acusando ya demencia senil, nuestra protagonista, cuyo nombre no se menciona en ningún momento y se deja a elección libre de la imaginación del espectador, se enfrenta a las situaciones más ordinarias del día a día, que a ella le suponen un verdadero reto. El monólogo (la hora y cuarto, aproximadamente, que dura la representación el único actor en escena es Monteagudo), quizá el género más complicado de llevar a cabo en teatro (el peso de toda la función recae exclusivamente sobre ti), se desarrolla con una naturalidad y maestría abrumadoras, manteniendo al público como hipnotizado hasta el desenlace (el cual, al menos a mí, me sorprendió: ¡podría haber estado otra hora y pico observando a nuestra entrañable anciana!).
¡Qué más se puede añadir! Recomiendo encarecidamente que veáis esta fantástica actuación, y muchas otras: tenemos que mantener vivo el teatro, ¡y la única manera de hacerlo es acudiendo a las salas! Así pues, aquí os dejo el enlace de la página web de la Sala Cero de Sevilla. Os recomiendo también, claro está, la amplia oferta teatral que hay en nuestra ciudad: salas como la Fundición, el Central, por supuesto el Lope de Vega...  ¡Que las disfrutéis!

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